Regresaste.
Una y otra vez
al muelle regresaste.
La antigua ancla
en su pedestal
te aguardaba.
Los lobos marinos
al sol holgazaneaban.
Las barcas pesqueras
en descanso estaban.
La quilla del catamarán
subía y bajaba,
bajaba y subía
con la danza del mar.
Regresaste.
Otra vez embarcaste.
Los ojos cerrabas
y soñabas que a tu lado
yo estaba.
Un ramo distraído
perdió un jazmín
que a tus pies
quedó dormido.
Tu mente voló hacia otros jazmines
que en tu lecho me aguardaban
aromatizando caricias
y del amor las delicias.
Una ola furiosa
Sobre la proa se quebró
y el sortilegio desarticuló.
Cerraste tu mano en el vacío:
aunque me soñabas
a tu lado yo no estaba.
