miércoles, 1 de julio de 2020

IDENTIDAD







Judith miraba por la ventana. Sus ojitos brillosos de lágrimas inocentes, fijos se perdían en un punto más allá de todo. En su manita, un soldadito de plomo sufría la presión furiosa que la niña le imprimía

Su padre entró al recinto. Como un golpe asestado en pleno rostro percibió el desorden que por vez primera reinaba en la sala de juegos . Tambores destruidos, caballitos descuartizados, soldaditos descabezados se entremezclaban en una multiplicidad de trozos irreconocibles.
— ¡¡¿Cómo te has atrevido a esto, Judith?!! Serás castigada por el desprecio que significa hacia tus padres.

La niña se acercó a su padre. Clavando su mirada en el centro mismo de los ojos del hombre habló con voz queda:
— Buscaba una bailarina y un hada— dijo mientras alzaba el último soldadito quebrándolo en partes asimétricas.

Ante el silencio y la mirada impávida de su padre, la princesita se dirigió a la ventana y saltó al vacío