Dirán que habrá ocurrido hace
mucho tiempo.
El ulular de las sirenas
advertirán a los vecinos; los paramédicos sabrán con qué cuadro se encontrarán
y repasarán mentalmente las acciones a seguir pues no será la primera vez que
traspasen esa puerta.
El hijo revivirá la situación por
cuarta o quinta vez: Andrés estará tendido en su lecho con sus ojos muy
abiertos; no pestañeará; su mirada se perderá en un mundo inescrutable; no
habrá sonidos emergiendo de su garganta. La incertidumbre y la incógnita
volverán a teñir las horas de labor del equipo médico.
Llegará el instante en que en los
ojos del paciente se volcarán hacia su interior
y dejarán ver sólo la esclerótica.
Dirán que esa muerte habrá
ocurrido mucho tiempo atrás: en el momento exacto en que en que Carolina
hubiere decidido convertirse en la libélula que trazará arabescos sobre la futura sepultura de Andrés.



