miércoles, 18 de marzo de 2015

UN PAR DE OJOS AZULES

   
¿Te conté? Creo que no. Cuando era muy  pendejo todavía, como de unos quince años, vivía con mis viejos en Barker. A esa edad ya trabajaba; fue mi época de basurero: la municipalidad nos había contratado a otros dos vagos y a mí para recoger la basura domiciliaria. Me acuerdo que uno manejaba el tractor; el otro me tiraba los tachos de basura  y yo los vaciaba en el carro para llevarlo al basural después.

   En una de esas vacié un tacho en el que había un muñeco de grandes ojos azules. Me llamó la atención el realismo del muñeco.  Los recipientes me seguían llegando y continuaba vaciándolos. Por supuesto que los dos ojazos azules quedaron tapados por más y más basura.


   Nunca pude olvidar esos ojos. Pasaron los años y se inició  la comezón de la duda: más parecía un bebito que un juguete:¡ había una mirada desde esos retazos azules! Me pregunto si el tiempo, misericordioso médico, habrá borrado de mis oídos los  posibles vagidos o hasta el  llanto. O si habría estado ya muerto.